Pessoa,
Fernando: Crítica: ensayos, artículos
y entrevistas; Acantilado, Barcelona, 2003, 586 pp. Pp. 112-113, Crónica de la vida que pasa... I: Ser coherente es una enfermedad, un atavismo quizá
(...).
La coherencia, la
convicción, la certeza son, además, demostraciones evidentes –cuántas veces
disculpadas– de una falta de educación. Es una falta de cortesía con los demás
ser siempre el mismo en su presencia; es aburrirlos, mortificarlos con nuestra
falta de variedad.
Un individuo de carácter
moderno, de inteligencia sin velos, de sensibilidad despierta, tiene la
obligación cerebral de cambiar de opinión y convicción varias veces en un mismo
día. (...).
Sólo los individuos
superficiales tienen convicciones profundas. (...).
¿Cuándo nos daremos cuenta
de que política, religión y vida social
no son más que grados inferiores y plebeyos
de la estética, de que es la estética de los que no pueden tenerla?
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